A modo refranero Agustiniano

  1. Y van los hombres con admiración a contemplar las alturas de los montes y los oleajes del mar, los anchísimos cursos de los ríos y la amplitud del océano y los giros de las estrellas…, y se dejan así mismos, y no se maravillan de sí.
  2. Poco importa cuánto afanas, lo que importa es cuánto amas.
  3. Cuando el querer es completo, el trabajo se hace asueto.
  4. No cuenta Dios facultades, sólo anota voluntades.
  5. Donde reina la amistad, no existe necesidad.
  6. Si el dolor es compartido, es dolor disminuido.
  7. Sólo es leal la amistad, si Dios une en caridad.
  8. Poco importa cuánto tienes. Lo que importa es lo que eres.
  9. Cosas buenas hay que hacer, pero hay que hacerlas bien.
  10. Si no haces lo que quieres, haz, al menos, lo que puedes.
  11. Más que la propia malicia, nos consume la avaricia.
  12. La esperanza de llegar, ánimos da para andar.
  13. Creyendo lo que no ves, ver lograrás lo que crees.
  14. Si a la meta das la espalda no llegarás a alcanzarla.
  15. Desde todas partes, todas las cosas te gritan a su Creador.
  16. La medida del amor es amar sin medida.
  17. La fe está en la mente; su fundamento, en el corazón.
  18. Poco importa cuánto tienes, lo que importa es qué tal eres.
  19. Es mejor amor con severidad que engañar con suavidad.
  20. Si el último día no te encuentra vencedor, que te encuentre al menos peleando.
  21. Nos hiciste para ti, Señor, y nuestro corazón estará inquieto hasta que no descanse en ti.
  22. Como hace el buen viajero- ¡canta y camina! No caigas en la pereza, - pero alivia la fatiga.
  23. Sencillos como palomas - para no dañar a nadie. Y astutos como serpientes para que nadie os dañe.
  24. El que te hizo sin ti, no te salvará sin ti.
  25. Si quieres vivir en libertad hazte servidor de la verdad.
  26. ¡Dame, Señor, lo que pide y pídeme lo que quieras!
  27. La paz, con la paz se asienta, no se impone por la fuerza.
  28. Cada hombre es lo que ama.
  29. Necesitamos de los demás para ser nosotros mismos.
  30. El que es fecundo en palabras, pero estéril en sus obras, es como un árbol sin frutos, que está cuajado de hojas.
  31. Sólo serás buen maestro, si un alumno sigues siendo.